Primavera
Primavera. Siempre fue en primavera, aunque no sabría precisar año, mes ni horario. Pero los árboles, el aire, las miradas de la gente, eran primaverales. Podría decir que esto ya ocurrió, pero también que está próximo a ocurrir. Bien podría negarlo todo en una constancia de contextos de irracionales paradojas a lo largo de caminos y caminos. El andar del iluso condenado que nada sabe hacer más que cumplir el capricho del pervertido que mueve los hilos.
Todo esto ya ocurrió, esta ocurriendo y va a volver a ocurrir. Ya enloquecí, ya maté, ya pude vivir y pude morir. Purgué y empobrecí mi alma, fui banal y me perdí arrastrándome en lo que pareció ser algo viable para el hombre que fui. El hombre que estoy siendo y que volveré a ser. Una y otra vez.
Y usted todo lo juzga, quiere saber y quiere entender. Yo no lo juzgo, después de todo qué sería de mi odisea si no pudiera contársela a nadie. Pero el hecho es que ya la he contado, la estoy contando y la volveré a contar, es parte del proceso. Aún así siempre intento que suene especial, más de una vez exagero o cambio algún pormenor que considero mejor de distintas maneras. Me permito ciertos lujos pero sin caer en la mentira absoluta, solo detalles, coqueteando con lo fantasioso quizá.
A veces miento y digo que las sábanas eran azules, para que la sangre sea la protagonista de la escena. Pero ella estaba ahí, envuelta en sábanas rojas que se mezclaban con su plasma.
Yo mismo me provoqué el trauma, lo sé. Pero valió la pena. Aunque mi castigo aún no termina. Nunca terminó ni terminará.
Pocos tendrían el valor de hacer lo que hice por una causa tan noble como vivir. En mi casa nadie vive porque no está permitido, soy el único que desafió los paradigmas y abrió una puerta hacia la existencia. Los demás infelices siguen ahí y nunca me van a seguir (no me están siguiendo y nunca me han seguido). Todavía recuerdo el calor y los líquidos con sus olores. Eso me revuelve el estómago, prefiero vivir como vivo ahora, atado a la pena de sobrevivir. Acarreando todo lo que mi egoísmo conlleva. Y es la primavera la que elude y quisiera dominar al invierno eternamente, pero sin embargo son cuatro estaciones. Siempre lo fueron, lo son y volverán a ser.
Al fin y al cabo, mi prisión no está tan mal. Tiene unos enormes brazos de atleta y se puede ver el mundo a través de sus ojos azules.
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